Este es un cuadro oscuro, con sus personajes apenas perceptibles, camuflados en un amasijo de brochazos, donde apenas hay destellos de luz a no ser por las ventanas de ese ferrocarril vaya usted a saber su destino, y el reflejo de esa luz de la libertad en el charol de los tricornios del Benemérito Instituto.
La ley y el orden en manos de dos guardia civiles que representan las carabinas que sus extremidades agarran férreamente los dos ángeles custodios de esa rea, seguramente muerta de hambre, de ese hambre que también ha sido endémico en este país, y que cabizbaja asume la carencia de futuro que en realidad era una esperanza inexistente por dos razones; por ser mujer y por ser del pueblo.
Los demás, el resto del vagón, son simples observadores de una escena vista demasiadas veces en esa España gris.
Tristeza y pesadumbre.
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