domingo, 20 de abril de 2025

79 - MAÑANITA DE NIEBLA, TARDE DE GIMNASIO


 


Como bien sabéis, este puente –el del 1 de mayo y el 2 de mayo–, porque soy de la región más libre del mundo, Madrid, mi chica y yo nos vamos al macizo del Montseny.

Y lo tengo todo en la cabeza. Será un plan de rutas de supervivencia por tierras catalanas y será como nunca, porque estoy poniendo todo mi empeño y ahora sí quiero impresionar a mi compañera (la llamo así porque no sé qué tipo de relación tengo con ella, ya que ni siquiera vivimos juntos).

Estoy nervioso porque tengo que llamarla ahora mismo, ya que lo tengo todo cerrado con Trivago (nota del autor: quiero hablar de la agencia de los tres veces vagos como yo, algún día) y necesito informarle de la ropa que tiene que llevar y de lo que haremos.

  • ¡Hola, mi amoooor!
  • Hola –contestó ella seca, porque está hasta las narices de este señor que ya entra en la zona senior, mayor de 60.
  • Te quiero decir dónde vamos este puente –dice él, ilusionado.
  • Ah, ja –respondió ella, con la ilusión que puedes imaginar.
  • ¡Vamos al macizo del Montseny, en Cataluña! Y quería decirte lo que tienes que llevar y cuáles son mis planes. Ella, con una ilusión fingida, le pregunta: - ¿Qué tengo que llevar, muchas cosas?
  • Pues sí, tendrás que ir a Decathlon. Te paso lo necesario por la aplicación "montañeros piojosos".
  • Vaaaale –dice ella, con una ilusión desbordante.
  • Te explico el plan (entre paréntesis, lo que piensa ella): Al día siguiente de llegar, compraremos algo en el Dia para la cena –algo de chóped, pan Bimbo y una Coca-Cola de marca blanca, y al día siguiente lo mismo, de marca blanca porque él es muy ahorrador–. Nos levantaremos a las 5 de la mañana (genial), cogeremos el autobús que une varias poblaciones (perfecto) para llegar allí a las 6 de la mañana. Nada más llegar, nos pondremos en ruta (lo mejor para mis juanetes) y lo primero que tendremos que hacer es cruzar un riachuelo donde seguramente tendremos que descalzarnos y subirnos el pantalón (me apetece muchísimo, con el frío que hace, meterme en un riachuelo de montaña a las 6 de la mañana; es todo un encanto). Luego, ruta pura y dura. Subiremos, bajaremos (todo un Nobel de Física). Veremos corzos, cabras, haremos fotos con mi móvil (de marca blanca, seguro que Hacendado), oiremos el canto de los pájaros y, como juego, analizaremos las heces de los animales y averiguaremos de qué animal se trata (genial, a oler mierdas de bicho). La ruta es de unas 8 horas, donde subiremos riscos, pasaremos ríos y nos mimetizaremos con la naturaleza (como nos vea algún cazador, nos da un perdigonazo).

Después –y sé que te encanta– no iremos al gimnasio (es el típico urbanita apasionado de estas cosas), porque creo que el hostal tiene (sí, sí, al hostal, las chinches que me has traído tienen, sí) para subirnos a las bicis estáticas y pasar una tarde preciosa (me vengo hasta aquí, que es precioso, me mete en un hostal piojoso lleno de extranjeros fumando porros, me da una paliza de cine andando y dice que esto es una tarde genial. ¿Qué podría salir mal?).

  • Todo precioso, mi amor –dice ella, donde la desgana ya es más que evidente.
  • Lo sabía.

Como ya estaba hasta los ovarios de este tipo, le cantó las cuarenta, que es lo que tiene que hacer una mujer empoderada.

  • Vamos a ver, majete, no me apetece para nada pasarme cuatro días como una boina verde, meterme en un hostal de media estrella donde las chinches están registradas como clientes, comer chóped del plastificado, oler a cabra que tira de espaldas. Quiero otra cosa, capullo. Él no se podía creer lo que estaba oyendo del amor de su vida, de su compañera –aunque no viva con ella–, él que se había desvivido por este viaje.
  • Cariño, no sabía yo que estas cosas...
  • ¡Calla, mentecato! Estoy harta de oír que París o Roma están sobrevaloradas y me traigas aquí para mimetizarme entre las cabras (otra vez jugándose la vida entre el mundo cinegético).

Y esto llegó a más, que no voy a reproducir porque ella, indignada (y con un par de ovarios bien puestos), empezó con los insultos a la iglesia y al estado, que no quiero que los niños lo oigan porque estamos en horario infantil.

Puede que la historia cambie, yo creo que sí.


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