He sido una persona no apta para los idiomas y no sé si es por mi origen extremeño (y algo endémico de los de allí que va desde una posición de las cuerdas vocales o la lengua demasiado gorda, no lo sé) o porque soy un gran inútil con esto de la poliglotía, pero para justamente el inglés nada de nada.
De entrada la profesoras de este infernal idioma me caían mal y me causaban una resistencia casi natural a su aprendizaje, amén claro de su colorida vestimenta "a las bravas" entre colores imposibles tremendamente horteras de las profesoras que me posicionaban de forma negativa y pasotil al mismo. Pero lo que más me martirizaba era la maldita canción de los Beatles Let it Be que para mi oído poco profundo e incapaz de las sutilezas lingüísticas era el Leri Pi, la cual teníamos que traducir y cantar en el idioma de la Reina de Inglaterra. ¡Todos los malditos años los mismo! Era una condena, un suplicio, un mal divino o yo que sé, pero no se sabían otro método de tortura insoportable, repitiéndolo año tras año.
Años después lejos ya de la enseñanzas básicas y medias, y en la época de las espinillas y el bigotillo como carrera de hormigas, es decir, la pelusa, con la testosterona como un Miura que me hacía balbucear ruidos extraños como Chewbacca, me empezó a gustar porque con ella tocaba cintura en las canciones agarradas de la verbena a las zagalas de mi pueblo.
Y está es mi historia con esta maravillosa canción.
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