Hoy les quiero hablar muy por encima de los alcaldes franquistas. Estos señores eran elegidos por el gobernador civil de la provincia de turno, el cual, y después de consultar a no se sabe a quien, llamaba al motorista de servicio en ese día, le daba el documento con el correspondiente nombramiento e iba al pueblo determinado a entregar la notificación (esto lo he visto yo). Una vez recibida esta por el elegido este aceptaba porque no había huevos a decir que no, y se acabó el asunto.
Podría se cualquiera persona más o menos adepto a régimen y no bueno del todo, y en mis casos vividos, solía ser un tío normal, como tu y como yo, que tenía su tienda de ultramarinos y que compaginaba esta con su cargo institucional. Había auténticos cabrones que subyugaron a los rojos y se quedaron con sus tierras, pero con los que yo traté era gente normal que no se metía en política (como Franco) y que incluso apostaban por los más necesitados.
Esto se mantuvo hasta la muerte de genocida, y los que tomaron el relevo fueron algunos alcaldes comunistas que en muchísimos casos quitaron un cacique y pusieron un alcalde, pero que estos por regla general era gente muy maja, comprometidos con sus ideas y que su afán era ayudar a los vecinos muy en lineal con muchos alcaldes franquistas sin querer compararlos claro está.
Pero esto viene al caso porque quiero compararlos con los que tenemos hoy en día, que aunque estén elegidos muy democráticamente son por regla general un atajo de payasos de cuidado. Hemos pasado de la imposición de alcaldes y concejales del pasado a un sistema de virreyes que viven en la opulencia rodeados de concejales que son mas inútiles que ellos. Algunos son más presentadores de televisión que como lo llaman ahora, gestores, viviendo del foco mediático y de la charlotada permanente que al populacho le encanta.
Muchos de estos sátrapas no tienen ni donde caerse muerto, o bien porque no tienen trabajo o porque si lo tienen ganan lo de cualquier obrero y claro ¿quién es el guapo que quiere volver a no ser nadie y a tener el dinero que tenemos resto de los trabajadores?.
¿Y qué podemos decir de los concejales? pues que son una panda de aplaudidores profesionales más inútiles que su alcalde y que lo que esperan de la vida es sobrevivir.
Se que quizás he sido un poco duro y que no todos son así, y es cierto, pero con los que yo me he encontrado es para hacerles trabajar, que es lo peor que les puede pasar.
Lo he dicho muchas veces, antes el tonto del pueblo era otra persona, ahora en muchos casos el tonto del pueblo es el alcalde.
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