martes, 22 de julio de 2025

90 - EL COSTE DE LA LUZ, UN JUEGO DE TRILEROS


 



¡Hasta la coronilla de las abusivas fluctuaciones del precio de la luz! Parece que todo el mundo gana, menos nosotros. El gobierno, sea quien sea, desmembró este mercado en cuatro para que todos hicieran más caja, mientras tú te deslomas  trabajando sin parar.

Soy de los que piensan que todo este entramado de la energía eléctrica debería estar en manos del Estado. Sí, ¡comunista!, me dirán muchos, y no les falta razón. Pero es que la situación es insostenible.


Un Monopolio Disfrazado

Fíjate bien en lo que hizo esa ley, que parceló un sector que antes, si mal no recuerdo, estaba en manos de unas pocas grandes compañías. Ahora son las mismas, pero que como los gremlins  se convirtieron en cuatro más. Esta nefasta ley dividió el negocio así:

  • Generación: Las empresas crearon otras dentro del mismo grupo, todas buscando su propio beneficio.

  • Transporte: Aquí tenemos una única empresa, Red Eléctrica, con el Estado como accionista mayoritario, pero con otros socios como La Caixa o fondos buitre, etc.. Esta empresa también tiene que ser rentable, obteniendo beneficios del transporte de energía, que, ¡atención!, explota en régimen de monopolio.

  • Distribución: Son las encargadas de llevar la energía desde los centros de transformación hasta tu casa. ¡Claro, ellas también necesitan su tajada para sus accionistas!

  • Comercialización: Estas son las que te engañan con planes personalizados que, al principio, parecen más baratos, pero que al final te endosan una deuda que te obligan a pagar si decides cambiarte de compañía.

En resumen: la energía tiene cuatro escalones, cada uno con sus empresas y sus beneficios, encareciendo un producto que es de primera necesidad.

Pero, ¿cómo no van a ganar los miles de millones que ganan?


El "Mercado" y Sus Consecuencias

Y lo peor es que esta misma situación se repite, y de forma aún más sangrante, en la alimentación. La cantidad de intermediarios "piratas" que encarecen el producto es alarmante. Al final, quienes pagan el pato son siempre los mismos: los productores y los consumidores.

¡Es el mercado, amigos! 

miércoles, 9 de julio de 2025

89 - El Tour de France y mi eterna "tête de la course" (o la falta de ella)


 

Ahora que el Tour de France ha invadido mi televisor y la frase "tête de la course" parpadea sin piedad, me veo arrastrado, casi sin quererlo, a la más absurda de las reflexiones. Y es que, queridos amigos, en esta vida, jamás de los jamases he sido eso, una "cabeza de carrera". Ni por asomo.

Debe de ser la leche, la verdad, pertenecer a ese selecto club de elegidos, ser el primero en algo. Pero en mi caso, en el glorioso mundo del deporte, fui un fiasco de proporciones épicas. En el fútbol, por ejemplo, no valía ni para estorbar; mis compañeros preferían jugar con diez antes que verme tropezar por el campo. ¿Portero? ¡Ni hablar! Mi innata cobardía, nacida de un instinto de supervivencia que rayaba en lo patético, me impedía ponerme bajo los tres palos. Y mira que no valer ni para portero es humillante, eh.

Pero no creas que mi mala suerte se limita al sudor y la competición. Si me salgo de los campos deportivos, la historia es la misma: ¡nunca he sido "tête de la course"! En el trabajo, un resultón del montón; en sociedad, un cero a la izquierda; y en la política, por poner un ejemplo, un "iluminado" que nadie se toma en serio. No nací para ser líder de nada, ni para encabezar absolutamente nada. Soy un mero ladrillo más en este muro inmenso llamado vida, y punto.

Pero, ¿me ves preocupado? ¡Para nada! Que el que quiera competir, que arree con ganas y que sea el primero en lo que le dé la real gana. Porque a mí, sinceramente, nunca me ha apetecido esa movida. La vida, para mí, es para contemplarla y masticarla con calma si todo va bien. Y si no, bueno, ya sabes: ¡que le den y a seguir!

domingo, 6 de julio de 2025

88 - TOPURIA, O EL ARTE DE DAR DE HOSTIAS A UN SEMEJANTE (o hacer el salvaje y que te aplaudan)


 

  


La Barbarie del Espectáculo Humano

Siempre he aborrecido el boxeo por su crudeza inherente, y la tauromaquia me repele por su brutalidad animal. Incluso la equitación me incomoda. ¿Soy demasiado blando? Quizás. Lo que sí tengo claro es que la humanidad avanza hacia su propia destrucción, estancada en un camino de salvajismo. La evolución humana parece haberse detenido.

Hoy, tanto entre los jóvenes como entre los "maduritos" —sean estos ciudadanos del mundo o de pueblo— ha prendido la chispa por un deporte brutal, una amalgama de disciplinas donde el KO o la misma muerte otorgan la victoria. Su máximo exponente es un tal Topuria. Lo presencié en televisión, sí, lo exhiben en horario infantil durante el telediario. Vi cómo noqueaba a su adversario y, una vez en la lona, continuaba golpeándolo con una furia desmedida. Si a esto se le llama deporte, que baje Dios y lo vea. Mi mente solo podía formular una pregunta: ¿quería matarlo? Y si no, ¿qué pretendía con tal exhibición? En resumen, me recordó a un gorila recién bajado del árbol.

Lo más preocupante es cómo avanzamos en estos deportes de contacto. Temo que sean una suerte de selección natural de individuos que, por alguna razón, poco o nada aportan a la humanidad. No los imagino como gente "normal", ni tan siquiera como obreros o campesinos. Difícilmente veo a quienes se dedican a esto convertirse en filósofos, astrónomos o neurólogos.

No está lejos el día en que gran parte de la humanidad se deleitará en la plaza pública, observando a personas "seleccionadas" —según dicte la evolución del neoliberalismo— ser devoradas por fieras o luchando entre sí con armas por la supervivencia, o quién sabe por qué. Será un rotundo regreso al pasado, a donde inexorablemente nos dirigimos, un espectáculo que sin duda será conocido como los nuevos juegos romanos.