sábado, 31 de mayo de 2025

84 - La hipnótica simplicidad del pintor de líneas continuas de autovías y autopistas


 


Siempre me han atraído esas profesiones que parecen exentas de complicaciones y estrés. Un ejemplo fascinante es la del pintor de líneas continuas en autovías, autopistas y carreteras secundarias. Hago hincapié en "continua" porque sus colegas, los pintores de líneas discontinuas, experimentan un estrés añadido al tener que cortar el flujo de pintura para crear los espacios unas veces sí y otra no. Curiosamente, la lección infantil de "no salirse de la línea" encuentra aquí una utilidad práctica, es  obvio.

Creo que esta profesión sería ideal para quienes disfrutan de una rica vida interior. Imagina pintar kilómetros y kilómetros de forma ininterrumpida; esa monotonía rítmica ofrece un tiempo precioso para la reflexión personal. Incluso un profesor de filosofía podría encontrar en ella un espacio de meditación único durante sus vacaciones estivales, un lugar para desentrañar esas preguntas eternas que tanto nos inquietan. O quizás, una experiencia práctica inmejorable para sus alumnos, que a veces se aburren de ver tantos atardeceres y amaneceres espectaculares todos ellos muy repetitivos y sobrevalorados. 

Para mí, sin duda, habría sido una gran elección. Soy una persona pensante, algo perezosa, que evita las complicaciones laborales. La línea continua me atrae profundamente porque trabajar con algo tan infinito, que nunca termina, me da la sensación de que la tarea, precisamente por no tener fin, carece de una utilidad concreta y, por lo tanto, de la presión asociada a ella.

Pensar en la intensidad de una vida laboral ligada a los miles de kilómetros pintados por todo el mundo... ¡es sencillamente alucinante!

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