sábado, 19 de noviembre de 2022

Virgen con el Niño de Jean Fouquet



Qué imagen tan angelical tiene esta virgen y tiene ese niño-Dios. Lo incuestionable del asunto es que ella es una hermosa mujer pintada por el amor que el autor de este cuadro sentía por una doncella de la época. Sus pechos turgentes dentro de la sobriedad de su vestido que como ven está entreabierto, nos desvela su autentico tesoro, su cuerpo, que en muchas religiones se le considera el auténtico y único templo. 

Pero lo extraño es que entre la santidad de la imagen que se refleja en esta obra, y que hace que  esta virgen  sea su auténtica protagonista, es la aparición en su parte trasera y de forma monocolor estos querubines  rojos que como saben es el color dominante en los infiernos. 

Todo el esplendor, toda la centralidad del cuadro se la lleva la madre de Dios; Jesús en sus rodillas es simplemente un actor secundario al que muy poca gente le presta atención puesto que nuestra condiciones humana, que es la que rige nuestras acciones,  nos hace que la belleza predomine sobre lo divino. 

Así somos. 



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