Me he aficionado a esto, así, como el que no quiere la cosa. Cuando me doy un garbeo por mi flamante MOVISTAR+ y no hay donde rascar me voy a los canales de EUROSPORT y como también hay poco me obliga a elegir o entre el billar americano pero con otro nombre, o los saltos de esquí, y me quedo en los saltos porque porque no hay nada que mas me satisfaga tanto que mientras yo estoy en mi tresillo tirado otros pasen frio por mi.
Según miraba a esos tíos flaquitos me dio por pensar: ¿a quien se le ha ocurrido esto? Yo me imagino a un hombre solitario, en los Alpes suizos, aburrido de hacer slalom y slalom gigante, descenso alpino y otras disciplinas para pasar frio, y en un momento de lucidez alpina pensó: ¿por que no saltamos con las tablas de esquí? Dicho eso empezó a saltar y de esos saltos de 20 metros pasamos a los de 130 metros en una animalada de trampolín congelado y con una altura que puedes saludar a la estación espacial internacional. Este hombre aburrido se llamaba Sondre Norheim.
Pienso: ¿sería capaz de hacer eso? y creo que no. Mi nula resistencia al aire, mi peso y mi condición física haría que nada mas terminarse el trampolín caería como peso muerto a escasos dos metros del mismo para el regocijo y la algarabía del populacho amante de los deportes de invierno.
Lo único para lo que sirvo en un clima alpino es para muñeco de nieve y a veces ni eso.
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