La PLAZA ROJA de Moscú es algo que un buen prosoviético tiene necesariamente que llevar en su corazón, si no es así es que no lo tiene. Grandes concentraciones del 1 de Mayo, o la victoria sobre los nazis en la Gran Guerra Patria han pisado esas losas y su viento ha sido aterciopelado por las voces proletarias de miles de gargantas que han modelado ese aire gélido de la Gran Rusia.
Pero a pesar de todo, en esa aparente soledad del duro invierno moscovita, de esas ventiscas heladas aderezadas con copos de nieve, no impide ir a la moda elegantemente vestida para alguna ocasión a esa muchacha, muchacha seguramente bella como son casi todas las descendientes de los pueblos eslavos.
Nos resistimos a los rigores del tiempo como nos resistimos a los muros, a los barrotes o al látigo.
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